Desde hace ya tiempo, se comenta que el combustible diésel sirve para un motor destinado a desaparecer tarde o temprano del parque automovilístico debido a los efectos contaminantes y de las cada vez más estrictas regulaciones introducidas tras el escándalo del "dieselgate", y las restricciones introducidas o en preparación por muchas ciudades europeas.
Aunque las emisiones de los diésel cayeron por debajo del 40%. Las nuevas tecnologías introducidas por el fabricante alemán Bosch a mediados de los años 90, permitió a la invención de Rudolf Diesel vivir una nueva vida con un auge en las ventas en toda Europa, que condujo a un equilibrio con la gasolina: ambos motores llegaron a repartirse el mercado por igual.
Actualmente, las ventas y matriculaciones de coches diésel están bajando en toda Europa: así lo certifica ACEA, la asociación europea de fabricantes de coches, con un informe sobre las matriculaciones por tipo de combustible en la Unión Europea en el segundo trimestre y las las cifras hablan por sí solas.
Los datos del segundo trimestre de 2018 muestran una bajada progresiva y constante: la caída del 15,5% en las matriculaciones hace que el peso de los motores diésel caiga al 36,3% del total desde el 45,2% en el mismo trimestre del año anterior. La bajada fue compensada en su mayor parte por los vehículos de gasolina, con un aumento del 19,8% y una cuota del 56,7%, siete puntos porcentuales más que el año anterior.
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